La Plaza Mayor de Salamanca volvió a vibrar anoche al ritmo de la música, engalanada para las Ferias y Fiestas de la Virgen de la Vega. Tras la actuación de Ultraligera, la banda vallisoletana Siloé tomó el relevo a las 22:30 horas, transformando el icónica ágora barroca en un epicentro de euforia colectiva ante miles de personas que abarrotaban el recinto.

La sorpresa marcó el inicio de la velada. Fito Robles, voz y alma de la formación, apareció de manera inusual sobre la torre de sonido, situada en el corazón de la plaza, para dar comienzo al concierto con el primer tema, desatando una ovación ensordecedora. Un gesto audaz que anticipó una actuación inolvidable.

Ya sobre el escenario principal, Siloé desplegó un repertorio equilibrado entre frescura y clásicos, con composiciones de su último álbum Santa Trinidad y con himnos ya consagrados como La Verdad, Sangre en las Venas o La Niebla. El público acompañó cada estribillo en un viaje sonoro que osciló entre la intimidad y la energía desbordante.

El clímax llegó con piezas como Reza por mí, Cierra los ojos, La Oposición y Génesis + Esa Estrella, una de las más coreadas de la noche. La emotiva Súbeme al cielo y la potencia de Que Merezca la Pena o Nada que se Parezca a Ti mantuvieron la intensidad, antes de encarar una recta final imparable con Levita y Ven, La Vida que me Das y el aclamado Si me Necesitas Llámame.

Los bises fueron el momento más esperado: Todos los Besos convirtió la Plaza Mayor en un coro unánime, mientras que el cierre con Nada que se Parezca a Ti dejó un broche de oro cargado de emoción. Con los móviles iluminando la plaza como un mar de luces, la conexión entre la banda y el público fue total.

Con un sonido impecable y una puesta en escena cuidada, Siloé demostró por qué se consolida como una de las formaciones más prometedoras del panorama nacional.