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Valladolid vivió anoche una de esas veladas que quedan grabadas para siempre. Antonio Orozco desembarcó en el Polideportivo Pisuerga con “La Gira de Mi Vida”, y lo hizo colgando el cartel de entradas agotadas varios días antes. El público vallisoletano respondió como siempre: entregado, cálido y dispuesto a dejarse la voz en cada estribillo.

Desde el primer acorde, Orozco demostró por qué sigue siendo uno de los artistas más queridos del panorama nacional. Abrió con una puesta en escena rotunda, luces envolventes y una banda perfectamente engrasada que acompañó su voz rasgada, llena de verdad. “Hoy vamos a cantar la vida”, dijo nada más pisar el escenario, y así fue.

Durante más de dos horas, el artista catalán repasó los grandes éxitos de su carrera, desde “Una y otra vez” hasta “Devuélveme la vida”, pasando por temas imprescindibles como “Estoy hecho de pedacitos de ti”, que desató uno de los momentos más emocionantes de la noche. El Pisuerga, completamente lleno, se convirtió en un coro unánime que acompañó al cantante en cada estrofa.

También hubo espacio para nuevas canciones, para confidencias y para ese discurso cercano y humano que caracteriza a Orozco y que conecta directamente con la gente. El público vibró, cantó, se emocionó y celebró cada palabra, como si todos compartieran la misma historia.

El final del concierto fue un estallido de energía. Con todos en pie, aplausos interminables y un Orozco visiblemente emocionado, Valladolid se reafirmó como una de las plazas más fieles de su carrera. Una noche inolvidable, marcada por la música, la entrega y la fuerza de un artista que sigue escribiendo capítulos imborrables en los escenarios.